artículo
escrito por Roberto Garcia
Morillo para la revista "Realidad Músical"
de Julio de 1983
En el curso
del mes de marzo próximo pasado se cumplió el centenario del
nacimiento del distinguido maestro santiagueño Manuel Gómez
Carrillo, una de las figuras destacadas dentro de la copiosa generación
musical del ochenta, que sobresalió alternativamente en la investigación
etnomusicológica, la docencia, la realización de actos artísticos
en difusión de sus ideas, y la creación artística. A
diferencia de la mayoría de sus colegas desarrolló lo fundamental
de su labor en Santiago del Estero, su ciudad natal y en otros lugares del
interior del país (que nunca abandonó en el curso de toda su
existencia) y sólo hacia las postrimerías de su carrera se radicó
en nuestra capital.
Dada su orientación, netamente nativista, ello constituyó
por un lado un aspecto positivo, pues le permitió identificarse plenamente
con las manifestaciones del arte popular de los hombres de campo, musical,
coreográfico y literario; pero por otra parte ese alejamiento del centro
cultural por antonomasia de la republica, conspiró contra el éxito
de su actividad, permaneciendo un tanto ignorado, o por lo menos disminuido
en la estimación y reconocimiento de sus meritos. Sus obras importantes
resultaban casi desconocidas (todavía lo son en su mayor parte), para
el profesional y el aficionado, y cuando finalmente se estableció en
Buenos Aires carecía ya, por diversas razones, de la energía
y el empuje necesarios como para poder imponer plenamente sus ideales y los
frutos de su múltiple labor, realizada en el curso de mas de medio
siglo con entusiasmo y tenacidad ejemplares.
Al mismo tiempo ese posible reconocimiento (una vez pasado el
auge de la escuela nacionalista propiamente dicha, la suya, que floreció
sobre todo entre las décadas del veinte al cuarenta, aproximadamente)
se vio obstaculizado por la posición estética universalista
sustentada por las generaciones mas jóvenes, principalmente los representantes
del Grupo Renovación y La Nueva Música, en clara y profunda
reacción contra las orientaciones adoptadas por la promoción
inmediatamente anterior. El caso de un Gianneo, quien supo adaptar su sensibilidad
nativista a las nuevas corrientes musicales, constituye la excepción
que confirma la regla.
Así el ingente esfuerzo de Gómez Carrillo resultó
malogrado parcialmente por motivos circunstanciales, sobre todo de índole
cronológico, pero ello no quita por supuesto ningún merito ni
valor a su incansable quehacer en distintos campos de la música, y
lo fructífero de su aporte a la cultura musical de nuestra patria.
Es evidente que en otras condiciones y con otro sentido de la oportunidad,
su obra hubiese alcanzado una difusión mucho mayor y un mas alto nivel
el prestigio de su personalidad artística.
Como hemos indicado mas arriba, Gómez Carrillo era ante
todo un músico esencialmente nacionalista, tanto en el aspecto artístico
como científico, que buscaba siempre su inspiración en los elementos
telúricos, los que luego eran objeto de una investigación y
estudio exhaustivos. Era un musicólogo que realmente sabia música,
aplicando sus conocimientos y autoridad en la disciplina sobre el material
de trabajo. Así bregó incansablemente, durante toda su existencia,
por el desenvolvimiento cultural y artístico de su país, pero
tomando como punto de partida y referencia, en forma sistemática, el
aspecto puramente nativista. Como muy bien se ha sostenido, "aspiraba
a expresar lo nacional a través de lo regional, y lo universal a través
de lo nacional".
A pesar de no haber podido realizarse totalmente se consideraba
feliz y bastante afortunado al asistir al florecimiento de la escuela nacionalista,
a través de la labor de creación de otros colegas. Estaba dotado
de la suprema generosidad de alegrarse por los éxitos del prójimo,
y así pudo señalar, cuando dicha tendencia alcanzaba su plenitud
y apogeo: "Marchamos a pasos agigantados, pronto tendrá la Argentina
una inconfundible y admirable personalidad artística". La realidad
no ha resultado quita tan lisonjera, y sobre todo los principales representantes
de la generación siguiente se fueron orientando, como dijimos, por
otros derroteros; Gómez Carrillo habrá observado tal vez este
hecho con nostalgia, pero también con serenidad y espíritu filosófico,
pensando probablemente que esas fluctuaciones no son en ultima instancia mas
que ondulaciones pendulares de una sola y misma cosa.
En el curso de una conferencia, Gómez Carrillo establece
una clasificación, mencionando tres categorías de músicos:
"los que sienten el folklore por influencia directa del ambiente provinciano";
"los que no pisan mas que el asfalto y toman referencia del folklore
en penas y publicaciones" (es decir que trabajan " con un material
cuya alma esta ausente") y "los indiferentes o enemigos del folklore,
infatuados y detractores de la sabiduría popular.
Esta clasificación nos parece casi como una especie de
profesión de fe; evidentemente el se sentía incluido en la primera
categoría, y vivió realmente ese ideal hasta sus ultimas consecuencias.
Por otra parte, esa división no resulta sin duda muy diplomática;
basta recordar que la inmensa mayoría de los músicos nacionalistas
llevó a cabo su actividad artística en Buenos Aires, es decir
pisando el asfalto, y en muchos casos no puede hablarse de que en sus obras
este ausente el alma, ya que son el resultado de una convicción profunda.
Una de las condiciones fundamentales del artista creador reside precisamente
en la imaginación, el sentimiento que le permite evocar aspectos, ambientes
o personajes a veces no conocidos o vividos directamente, pero si ideados
de manera plenamente satisfactoria, en consonancia con el concepto que uno
puede formarse de los mismos."La verdad sin la autenticidad", como
apuntaría Falla.
Sea como fuere, los puntos de vista e ideales preconizados por
el maestro santiagueño se hallan clara y valientemente expuestos, y
por imponerlos luchó luego duramente en el curso de toda su trayectoria.
Su lenguaje musical, resultante de sus convicciones estéticas, se caracteriza
por la frescura de su inspiración, la limpidez de factura, la espontaneidad
de sus acentos y el innegable buen gusto y refi namiento, en la aparente simplicidad
con que expone su discurso. Además, y ello es loable, muestra una invariable
línea de conducta en la presentación de su material temático,
exento de toda impureza y de todo elemento extraño a su mas autentica
idiosincrasia. Señala Alberto Giordano, hablando de este músico,
que "escasos son los que tratan con la sencillez con que lo hace Manuel
los materiales vernáculos. Sencillez y corazón. Es preciso una
gran sabiduría musical para cultificar la música espontánea
de los pueblos hasta cambiarla en música universal". Procedía
así amplificando y dando mayor proyección al elemento folklórico,
pero sin desvirtuar nunca su prístina esencia. Podría clasificarse
a Gomes Carrillo como un creador de folklore, el que no es ni debe ser una
cosa rígida y congelada, una pieza de museo, sino por el contrario
una emergía en permanente expansión y florecimiento. De esta
manera tomaba como punto inicial el elemento de raigambre hispano, criollo
e indígena, que luego procuraba ampliar e insuflarle mayor proyección
artística. Consideramos que era un camino licito y fecundo, que podría
haber dado frutos de otra importancia, dadas sus condiciones naturales, y
la seriedad, convicción y dignidad con que encaraba su labor.
Terminaremos estas palabras repitiendo algunos conceptos que hemos
expresado en otra oportunidad. Consideramos que ninguno de los creadores en
materia musical que han existido en la Argentina, grandes y chicos, profesionales
y aficionados, con mayor o menor posibilidad personal y técnica, ha
realizado una obra totalmente nula y deleznable. Por el contrario, el esfuerzo
de todos ellos, mancomunados es un ideal común, ha contribuido a ir
levantando el edificio de la música argentina, sirviendo muchas veces
de ejemplo y aliciente a los que vinieron después, batallando arduamente
por la realización de sus propósitos. Así fue Gómez
Carrillo. Honremos la memoria de nuestros antecesores, que Serra la mejor
manera de honrarnos a nosotros mismos.